EXAMINACIÓN SECUNDARIA DE LA VÍCTIMA: Evaluación de los Signos Vitales Un signo representa algo que el rescatador puede observar escuchar, sentir/palpar, olfatear de la víctima. Involucra el uso de los sentidos del rescatador para poder determinar el problema que tiene el accidentado, de manera que los signos son señales objetivas. Por ejemplo, se puede sentir caliente el cuerpo del accidentado, observar un estado de palidez en éste, no sentir/escuchar la respiración, entre otras manifestaciones. Los signos vitales (conjuntamenta con el historial y examen físico) proveen valiosa información sobre el estado actual del accidentado, de manera que el rescatador pueda administrar los primeros auxilios correspondientes. Por otro lado, los signos vitales representan mediciones/evaluaciones sobre las funciones vitales (de vida) del organismo y son buenos indicadores sobre condiciones anormales. Los signos vitales incluyen la respiración, el pulso, presión arterial, y temperatura. La presión arterial es una medida que requiere un adiestramiento especial y equipo específico (esfignomanómetro), de manera que no estará incluída en ésta sección. La medición y registro de los signos vitales será de gran valor para los técnicos de emergencias médicas y los médicos en las salas de emergencia, puede sirvir de base para comenzar con el tratamiento específico, tal como terapia con oxígeno, ventilación, manejo de shock, entre otros. La interpretación de los signos vitales se realiza tomando como base los valores normales de éstos. Por ejemplo, la frecuencia respiratoria normal se encuentra entre 12 a 24 respiraciones por minuto en adultos, de manera que cualquier valor fuera de esto se considera anormal. Además, se debe considerar también las situaciones y variables particulares de la emergencia, tales como estrés, ansiedad, edad de la víctima, y medicamentos, puesto que pueden alterar el valor nornal o esperado del signo vital. Evaluación Secundaria: Signos Vitales Respiración. Una respiración normal se caracteriza por ser cómoda, con un leve levantamiento del abdomen y pared torácica (pecho), sin la intervención de músculos accesorios. Durante la evaluación de la respiración se deben considerar los siguientes factores: (1) frecuencia, (2) profundidad, (3) patrón y (4) sonidos respiratorios. La frecuencia respiratoria representa el número de respiraciones (ciclos de inhalación y exhalación) en reposo durante un minuto. Es un índice sobre el tiempo que tarda el intercambio de gases a nivel de los alveolos pulmonares. Nos indica si la respiración es normal, rápida o lenta. Para determinar la frecuencia respiratoria, el rescatador debe colocarse en un lado de la víctima, con una visión clara del pecho. Cuente el número de veces que sube y baja el margen del pecho durante 15 o 30 segundos. Para convertirlo en respiraciones por minuto, multiplique el valor resultante por 4 si se tomó en 15 segundo, o por 2 se se registró en 30 segundos. Por ejemplo, si se contabilizaron 4 subidas del pecho durante 15 segundos, entonces la víctima posee una frecuencia respiratiria de 16 respiracines por minuto (4 X 4 = 16 respiraciones/min.). Comunmente la frecuencia respiratoria nomal puede fluctuar entre 12 y 20 respiraciones/minuto en el adulto. En niños, la frecuencia respiratoria es más alta (véase Tabla 2-11). Existe una variedad de respiraciones anormales, cada una con un nómbre específico que la identifica (véase Tabla 2-10). Por ejemplo, una frecuencia respiratoria mayor de 24 resp./min se conoce como taquipnea. Por otro lado, una frecuencia respiratoria menor de 10 resp/min se le da el nombre de bradipnea. Table 2-10 Términos/Nombres para las diferentes Respiracionbes Anormales La calidad de las respiraciones nos indican si la víctima posee dificultades respiratorias, si padece de una condición crónica de obstrucción respiratoria, entre otras posibilidades. Cuando se evalúa la calidad de la respiración se determina si es normal, forzada o jadeante, superficial o profunda, y sofocante. Por ejemplo, las respiraciones poco profunadas (superficiales) y rápidas pueden indicar shock, agotamiento por calor, hemorragia, shock de insulina, y condiciones cardíacas (e.g., fallo cardíaco). Por otro lado, las respiraciones profundas, entrecortadas/jadeante y aquellas realizadas con esfuerzo pueden representar manifestaciones de obstrucción en la vía respiratoria, lesión en el pecho, insuficiencia cardíaca/enfermedad del corazón, hipertensión, asma, coma diabética, y dolor. Se deben observar otros signos vinculados con problemas pulmonares. Si se detecta sangre espumosa en la nariz y boca, con toz, se debe sospechar daño pulmonar, posiblemente causado por fractures de las costillas, objetos penetrantes o por cuerpos extraños (balas); edema pulmonar; y contusión pulmonar severa (véase Tabla 2-12). Durante la evaluación de la respiración, se pueden escuchar ciertos sonidos respiratorios particulares (anormales). Estos sonidos comunmente indican algun tipo de obstrucción en las vías respiratorias superiores o inferiores. (véase Tabla 2-12, y Tabla 2-13) Tabla 2-11 Frecuencias Respiratorias Normales
por R. K. Keddington, 1994, RN, 57(5), pp. 44-51. Table 2-12 Variaciones en la Frecuencia, Calidad y Sonidos de la Respiración
Tabla 2-13 Sonidos Respiratorios que pueden Escucharse Durante
Pulso. Representa la expansión y contracción alternada de la arteria que resulta de la propulsión sanguínea rítmica con cada latido del corazón. El pulso se determina al palpar una arteria que pasa superficialmente (cerca de la piel) y comunmente sobre un hueso. Los criterios empleados para evaluar el pulso son, a saber: (1) frecuencia, (2) calidad, y (3) rítmo. El pulso radial es el más frecuentemente empleado para observar/evaluar estas funciones. La frecuencia del pulso
puede ser determinada al contar el número de impulsos (o latidos)
en 15 ó 30 segundos, y luego se multiplica por 4 ó 2, respectivamente,
para convertirlo en latidos por minuto. Por ejemplo, si se determinaron
18 latidos en 15 segundos, la frecuencia del pulso sería el resultado
de la multiplicación de 18 por 4, i.e., 72 latidos/min. Un pulso
normal en adultos puede fluctuar de 60 a 80 impulsos o latidos por minuto,
siendo el promedio 72 lat/min. Comunmente, la frecuencia del pulso en infantes
y niño es más alta en comparación con los adultos
(véase Tabla 2-14). La frecuencia del pulso puede ser rápida
o lenta. Una frecuencia del pulso menor de 60 latidos por minuto se conoce
como bradicardia. Por otro lado, si la frecuencia del pulso
sobrepasa los 100 latidos por minuto, se dice que la víctima se
encuentra en taquicardia. Es importante aclarar que los atletas
adultos comunmente poseen un pulso de bradicardia, i. e., menor de 60 latidos
por minuto. Los atletas que practican deportes que desarrollan de tolerancia
cadiovascular o aeróbicos (e.g.) Pueden posee una frecuencia del
pulso que varía de 30 a 40 latidos por minuto.
Table 2-14 Frecuencias del Pulso Normales
por R. K. Keddington, 1994, RN, 57(5), pp. 44-51. La calidad del pulso puede ser normal, fuerte/palpitante o débil. En ciertas situaciones de emergencia el pulso puede ser tan débil que es imposible palparlo. Por ejemplo, en un estado de shock, no se puede registrar un pulso en las extremidades. En estos casos se recomienda monitorear el pulso desde la arteria carótica (localizada en el cuello). El rítmo del pulso puede ser regular o irregular. El ritmo del pulso refleja la actividad sincrónica del marcapaso del corazón (nodo seno-atrial) y de su sistema de conducción eléctrico. Ciertas patologías
se encuentran asociadas con alteraciones de los valores normales del pulso
(véase tabla 2-15). Un pulso
rápido,
regular
y fuerte puede indicar pánico/pavor, miedo o aprensión,
choque por calor, hipertensión, y etapa inicial de una hemorragia.
Por otro lado, un pulso rápido, regular y debil se encuentra asociado
con un estado de, agotamiento por calor, coma diabética, y ú1tima
etapa de una hemorragia. Una apoplejía (derrame cerebral) y fractura
del cráneo (concusión) comunmente manifiestan un pulso lento
y fuerte. Obviamente, la asusencia de una pulso es indicativo de un paro
cardíaco que puede producir la muerte.
Table 2-15 Variaciones en la Frecuencia, Calidad y Ritmo del Pulso
Temperatura.
La temperatura es la cantidad de energía en la forma de calor que
posee el cuerpo. Se mide comunmente en grados centígrados. Una temperatura
normal puede fluctuar 98 y 100 ºF (36.7 ºC y 37.8 ºC) (véase
Tabla 2-16). En el caso de los primeros respondiente (que no poseen
el adiestramiento ni el equipo para una medición de la temperatura
más sofisticada) se toma la temperatura de la piel a nivel de la
frente (en la cabeza) del accidentado. Se debe sentir la temperatura de
la piel con la parte trasera de la mano. Determine la calidad de la temperatura
empleando los siguientes criterios:
normal,
caliente,
fría.
Además, determine si la piel se encuentra
seca, húmeda
o pegajosa.
Tabla 2-16 Valores Normales de la Temperatura Corporal
La Tabla 2-17 muestra
algunos de las condiciones vinculadas con la temperatura de la piel. Por
ejemplo, una piel fresca, húmeda y pegajosa puede estar asociado
con shock, hemorragia, agotamiento por calor, trauma, y estimulación
nerviosa. Si es fría y húmeda indica pérdida de calor
en el cuerpo. Cuando la piel se palpa fresca/fría y seca es comunmente
un signo de exposición excesiva al frío. Finalmente, una
piel caliente y seca se asocia con choque por calor y fiebre alta.
Table 2-17 Variaciones en la Temperatura de la Piel
Presión arterial.
La presión arterial representa la fuerza motriz que mueve la sangre
a través de todo el sistema circulatorio. Esta medición la
toman los Técnicos de Emergencias Médicas. La Tabla 2-18
ilustra los valores normales de la presión arterial en infantes,
niños y adultos. La condiciones viculadas con los cambios anormales
en la presión arterial se describen en la Table 2-19
Tabla 2-18 Presión Arterial Normal
por R. K. Keddington, 1994, RN, 57(5), pp. 44-51. Table 2-19 Variaciones en la Presión Arterial
Otros signos pueden ser evaluados durante esta fase, tales como el color de la piel y llenado capilar, reacción de las pupilas, nivel de consciencia, habilidad para moverse, reacción a la estimulación física. La evaluación de estos signos pueden repetirse durante el examen físico cefalocaudal en la evaluación secundaria. Color de la piel. En adultos, el color de la piel se evalúa a nivel de las uñas (o llema de los dedos), mucosa oral, y conjuntiva o párpado interno del ojo. En el caso de infantes y niños, se examina también las palmas de las mano y la planta de los pies. Colores anormales de la piel incluyen, a saber: palidez (indica probre perfusión o deficiencia circulatoria, cianótico (color azuloso-grisoso, lo cual indica una deficiencia en la concentración sanguínea del oxígeno o probre perfusión), ruboración/enrojecimiento (asociado a la exposición excesiva al calor o intoxicación con monoxido de carbono), e ictericia (color amarillenta de la piel, mucosas y conjuntivas causado por cifras elevadas de bilirrubina en la sangre; comunmnte se asocia con una enfermedad en el hígado). En individuos que poseen piel de pigmentación oscura, se debe observar la lengua, labios, lados de las mejillas dentro de la boca, las uñas (o llema de los dedos), y la parte interna de los párpados. Comunmente estas áreas poseen un color rosado. Una persona con pigmentación oscura en estado de shock (con deficiencia de oxígeno o cianótica) evidencia una aspecto grisosa alrededor de la nariz y boca, la lengua y las lados de la mejilla dentro de la boca poseen un color azulado, y los labios y las uñas también tienen una apariencia azulada. Las palmas de la mano y párpados también resaltan este color azul. En aquellas circunstancia donde el shock se origina de una hemorragia, se podrá observar un color pálido, crisoso y ceroso en la lengua y en los lados de las mejillas dentro de la boca. El color rojo (ruborización) comunmente observado en personas con fiebre, podrá ser identificado en la punta de las orejas en estas víctimas con piel de pigmentación oscura.. Una técnica sencilla
empleada para cotejar el estado de oxigenación y circulación
de la víctima (e.g., la sangre perdida en una hemorragia) es el
llenado
capilar. El llenado capilar representa la habilidad del sistema
circulatorio de restaurar la sangre a los vasos sanguíneos capilares
luego de haber apretado la punta de los dedos (sus uñas). Esta
prueba es más confiables en los niños (menor de 6 años)
que en los adultos. La prueba mide el tiempo de retorno de la sangre
y el color obsevado cuando se carga de nuevo de sangre los capilares
de la uña. El llenado capilar no debe tardar más de dos segundos
y el color debe ser rosado. Si el color regresa color azul, la prueba se
invalida, puesto que indica que el llenado capilar proviene de las venas.
En niños e infantes un llenado capilar normal tarde menos de dos
(2) segundos. Esta prueba se lleva a cabo en las uñas de las manos
y pies de la víctima. No obstante, si las uñas estan pintadas
o ausentes por las lesiones, se puede emplear la llema de los dedos para
estos mismos propósitos Esta técnica consiste en pinchar
las uñas, de las mano o pies, del accidentado (colocando la uñas
de la víctima entre el pulgar y el dédo índice del
rescatador). En este momento las uñas se tornan pálidas/blancas,
debido a que la sangre de los capilares en la uña literalmente se
"exprime" o extrae fuera de éstos. Ahora se debe liberar la presión
sobre las uñas. Se cuentan dos (2) secundos al decir "llenado capilar".
Deberá de regresar el color normal rosado de las uñas (indicativo
que regresó el flujo sanguineo arterial a los dedos). Esto indica
un tiempo de llenado normal. Ciertas condiones retrasan el llenado capilar
(o nunca retorna a la normalidad el color de las uñas), tales como
en shock hipovolémico (por pérdida de sangre), y daño
en los vasos sanguíneos que suministran sangre a la extremidad.
Por ejemplo, la pérdida de alrededor 20% a 25% de sangre ocasiona
un retraso en el llenado capilar (Henry & Stapleton, 1997, p. 543).
Se dice que una persona posee un
llenado capilar tardío cuando
tomma más de 2 segundos en regresar la sangre a los capilares de
las uñas. Inclusive, puede ser que la pérdida de sangre es
tal que nunca regrese la carga de sangre a los capilares de las uñas.
La prueba del llenado capilar puede ser invalidada en ambientes fríos.
En bajas temperaturas, se retrasa el llenado capilar.
Tabla 2-20 Variaciones en el Color de la Piel
Algunas condiciones/enfermedades asociadas con estas variaciones en el color de la piel se detallan en la Tabla 2-20. Segun se puede observar en la Table 2-20, una piel con aspecto rojo puede ser indicativo de hipertensión (presión arterial alta), apoplejía, intoxicación con monoxido de carbono, ataque cardíaco, intoxicación alcohólica, choque por calor, quemaduras por el sol, y coma diabética. En aquellas emergencias que muestran una piel pálida (blanca), se debe sospechar un estado de shock, agotamiento por calor, pánico/miedo, ataque cardíaco, shock por insulina, anemia, y una hemorragia (la cual, si es severa, debe ser evidente a la vista). Víctimas cianóticas (color azul) se asocian con algun tipo de problema u obstrucción la vía respiratoria (e.g., asfixia/sofocación), con algunos tipos de intoxicaciones, ataque cardíaco, anoxia (falta de oxígeno), y electrocución. El color azul resulta de una pobre oxigenación en la sangre circulante. Pupilas de los ojos. Las pupilas proveen valiosa información asociada con lesiones en el cerebro y diversas intoxicaciones con fármacos y alcohol. Las pupilas representan la parte negra central del ojo. La igura 2-14, ilustra las diversas posibles respuesta de la pupila ante la luz. Comunmente, las pupilas cambian de diámetro con las variaciones en la luz. Las pupilas se contraen (miosis, se tornan más pequeñas) cuando se exponen a una luz brillante. Por otro lado, en la oscuridad o ambientes con poca visibilidad, las pupilas se dilatan (midriasis, se torna más grandes/anchas). Unas pupilas no reactivas no responden a las variaciones de la luz. Ambas pupilas de los ojos deben mostrar el mismo tamaño y reacción ante la luz. Sin embargo, se ha encontrado que de un dos al cuatro porciento de la población general pueden poseer pupilas desiguales en ausencia de alguna enfermedad asociada. Comunmente la función de las pupilas se miden en términos de su diámetro, reacción ante la luz, y equidad en el tamaño de ambos ojos. Las diversas condiciones vinculadas con las variaciones anormales en las pupilas se describen en la Tabla 2-21. Las pupilas dilatadas (que no reaccionan ante la luz) pueden sugerir la presencia de shock, hemorragia, agotamiento por calor, paro cardíaco, uso y sobredosis de drogas estimulantes (e.g., LSD y anfetaminas), daño cerebral, trastorno en el sistema nervioso central, y estado de inconsciencia. Por otro lado, aquellas pupilas que se mantienes contraídas puede estar asociadas con lesiones en la cabeza, apoplejía, enfermedad/trastorno del sistema nervioso central, y uso/adicción a drogas depresivas/narcóticos (e.g., heroína, morfina o codeína). Se debe sospechar una lesión/daño cerebral o apoplejía cuando se observan pupilas desiguales (una dilatada y otra contraída). Las pupilas desiguales se describe como anisocoria. Si las pupilas no responden a la luz, y los ojos se ruedan hacia atrás de la cabeza, es posible que la víctima se encuentre muerta. No obstante, en esta último caso, la víctima puede poseer un ojo postiso o padecer de cataratas. Las pupilas y ojos que no se mueven se conocen como ojos de muñeca. Table 2-21 Variaciones en las Pupilas
Estado de consciencia.
El estado o nivel de consciencia fue discutido durante la evaluación
primaria (véase Tabla
2-6). Una persona confusa y desorientada
comunmente se asocia con la mayoría de las enfermedades/lesiones,
la histeria/pavor, aprensión, intoxicación con alcohol o
con drogas, trastorno psiquiátrico, trauma en la cabeza, e insuficiencia
de oxígeno en el cerebro. Comunmente aquellos accidentados que poseen
una deficiencia de oxígeno cerebral (e.g., durante una isquemia
en el cerebro) o intoxicados con alcohol evidencian
estupor
(condición de inconsciencia, topor o letargia con suspensión
del sentido). Un individuo en estado de coma se asocia con
apoplejía/derrame cerebral, lesión/daño cerebral,
y shock diabético. Las convulsiones se observan en
un shock de insulina, y epilepsia (véase Tabla 2-22)
Tabla 2-22 Variaciones en el Estado de Consciencia
Habilidad para moverse.
Esta evaluación provee información valiosa sonbre el estado
del sistema nervioso de la víctima. Si se observa una parálisis
en un lado del cuerpo, se debe sospechar apoplejía, lesión
en la cabeza, o lesión en la médula espinal (porción
lumbar o espalda baja). La lesión en la médula espinal o
cuello puede resultar en el uso limitado de alguna o todas las extremidades
(brazos y piernas). Si la víctima no puede mover los
brazos y manos, es posible que haya alguna presión sobre
la médula espinal o en el cerebro. La
incapacidad para mover
las piernas y pies puede indicar una apoplejía, daño
a la médula espinal a nivel del cuello, lesión en la cabeza
con daño cerebral o hemorragia. La Tabla 2-23 resume este
reconocimiento con sus posible enfermedades asociadas.
Tabla 2-23 La Habilidad para Moverse la Víctima
Reación a la
estimulación física/dolor. Este reconocimiento representa
un indicador de parálisis. La ausencia de sensación en los
brazos y piernas puede indicar una lesión en la médula espinal.
Similarmente, el adormecimiento u hormigueo en las extremidades (brazos
y/o piernas) se encuentra también asociado con una lesión/daño
a la médula espinal. En aquellas víctimas que presentan ausencia
de dolor o sensación en una lesión evidente, se debe sospechar
un estado de histeria, shock violento, uso excesivo de alcohol o drogas,
o lesión en la médula espinal. El dolor puede indicar una
variedad de condiciones. Por ejemplo, un dolor severo y ausencia de pulso
en la extremidad se asocia con oclusión de una arteria principal
en esa extremidad. Si el accidentado experimenta un dolor general con una
lesión, se debe sospechar alguna lesión/trauma en el cuerpo,
y probablemente evidencia la ausencia de daño en la médula
espinal. Las víctima que sufren de fracturas pueden sentir dolor
local en las extremidades (véase Tabla 2-24).
Table 2-24 Reacción a la Estimulación Dolor
Comunmente un primer respondiente no puede declarar como muerta a un víctima. Una persona muerta no manifiesta signos de actividad respiratoria ni cardíaca. Esto se conoce como muerte clínica. Durante estas situaciones de emergencia el rescatador deberá hacer lo posible de revivirla. Por otro lado, cuando la ausencia de las respiraciones y pulso se combinan con daño neurológica a nivel cerebral, se dice que el accidentado tiene una muerte biológica. Aún en estos casos, se debe continuar ofreciendo la primera ayuda, puesto que no existe una forma que el socorrista pueda diagnosticar la muerte biológica. Además, dicho diagnóstico solo lo pueden determinar los médicos con equipos/pruebas especializadas. En los siguientes párrafos se decriben los signos de muerte y los cambios morfológicos que se observan en una persona muerte.
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